La ciudad andante
No cabe duda que la ciudad es el lugar de vida de los hombres. Hoy día, la urbe es su hábitat natural, fuera de la naturaleza. Las cifras crecen a un ritmo vertiginoso: 31 millones de habitantes en Tokio, 30 millones en Nueva York, 21,5 millones en Ciudad de México, etc. Entre tanta multitud, ¿qué es de cada individuo?, ¿qué relación mantiene con este entorno sobredimensionado y complejo?
Las ciudades aglutinan todo tipo de funciones y poderes. Los ritmos de vida no los marca el habitante sino las instituciones y las empresas; las grandes arterias facilitan los movimientos en las horas punta, pero no llegan a impedir los gigantescos atascos; las zonas peatonales en las que se ha excluido el automóvil son espacios reservados para el ocio. Decía Henry Ford que andar no es una actividad lucrativa, pero los tiempos han cambiado. El turismo planetario reclama lugares emblemáticos, clichés de consumo rápido; las catedrales se vacían de fieles y ofrecen audio guías; la inseguridad crece con la ciudad y se admite la proliferación de video cámaras para el bien común. En este nuevo contexto que parece salido de una novela de Georges Orwell, el ciudadano debe posicionarse frente a los estímulos y los sistemas de control, debe buscar un lugar donde sea posible el encuentro con la vida.
A finales del siglo XIX, los dandys franceses se paseaban con tortugas por los pasajes de Paris para mostrar su desacuerdo con el ritmo de la sociedad capitalista. La anécdota demuestra que andar por la ciudad supone la elección de un itinerario que puede ser modificado si el paseante se encuentra con accidentes o descubrimientos. Es decir, que el caminante inventa su propio ritmo y, en este sentido, adopta cierta forma de resistencia.
En las últimas décadas, artistas de distintos ámbitos han elegido el desplazamiento como método para ver, pensar, crear y hacer ver la ciudad. Y es que andar no solo implica la participación del cuerpo sino también la de la mente y la memoria. El movimiento por la geografía urbana siempre viene acompañado de un desplazamiento psíquico: el artista caminante anda e interviene en el tejido urbano.
LA CIUDAD ANDANTE ofrece un conjunto de trabajos artísticos realizados por artistas caminantes y dirigidos a espectadores paseantes, ambos habitantes de ciudades. El paseante va atravesando diversos ambientes y construye su propia visión de la urbe, una visión fluida. Este es modo de ver que proponemos para las exposiciones y proyecciones de MAPAMUNDISTAS 2011.
Mientras Didier Courbot recorre a pie las ciudades a las que se desplaza y registra indicios de las pequeñas intervenciones humanas, los demás artistas que participan en esta quinta edición de MAPAMUNDISTAS fabrican fábulas sobre la urbe. Estos cuentos visuales introducen un elemento de ficción en la realidad para alejarnos de ella y de este modo avivar nuestra percepción y cuestionar el orden establecido. Así, Francis Alÿs realiza gestos simbólicos en medio del movimiento de las grandes capitales planetarias. Yasmine Chatila vigila las escenas íntimas que ocurren detrás de las ventanas iluminadas de los edificios de Nueva York. Eduardo Serafim recopila imágenes sacadas por cámaras de vigilancia desde Internet y las transforma en postales para enviarles a desconocidos. Mikel Uribetxeberria introduce en el paisaje urbano la figura del animal salvaje. Alain Delorme construye esculturas con productos “Made in China”, que trabajadores con bicicleta trasladan de par en par de la ciudad de Shangai. También en Shangai, Jaap Scheeren experimenta el sentimiento de extrañeza que acompaña todo choque cultural y lo retrata. El colectivo Reciclantes, S.I. ubicado en Pamplona concibe dos instalaciones in situ en torno al objeto de la maleta, sacándolo de su contexto. Una de las instalaciones se sitúa en algunos balcones de las viviendas del Paseo de Ronda, en este límite entre lo privado y lo público. Esta obra enlaza con otro programa artístico andante titulado La muralla nómada, que como su nombre indica, acontece alrededor de las murallas de Pamplona. MAPAMUNDISTAS 2011 también ofrece a lo largo del mes de septiembre citas con el cine urbano que aborda la ciudad desde la perspectiva del movimiento, y encuentros con los artistas invitados. Estos artistas realizaron sus obras vagabundeando por las ciudades. Es decir, se tomaron su tiempo, improvisaron, observaron pequeños detalles, se fijaron en lo oculto, se distanciaron, se sumergieron o fueron a contracorriente. El resultado es que sus obras producen un extrañamiento en el espectador, lo que le hace estar alerta y le activa como “espectador andante”. Sólo a partir de esta toma de conciencia es posible dar un paso más y ser nosotros mismos partícipes de un espacio más libre, donde puedan ocurrir pequeñas invenciones y encuentros.
Alexandra Baurès, comisaria