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Imaginar el viaje
Bertrand Desprez | Isabel Flores | Yo-Yo Gonthier
David Jiménez | Malik Nejmi


Malik Nejmi
(Orléans, Francia, 1973)
Ramadans
2004. 27 fotografías de 40x40 cm y 5 fotografías de 100x100 cm

Licenciado por el Conservatorio del Cine Francés de París, en 1998 realizó su primer proyecto fotográfico en Benin siguiendo las huellas del etnólogo Pierre Verger. En este viaje entró en contacto con una parte de África cuyos clichés históricos y culturales deseaba cuestionar.
Su interés por lo auténtico y lo verdadero le ha llevado a trabajar sobre sus orígenes marroquíes. Desde 2001, desarrolla un trabajo de investigación que tiene como tema la memoria, la familia y la infancia. En «El Maghreb», proyecto fotográfico y literario llevado a cabo de 2001 a 2005, la búsqueda de sus orígenes se transformó en un gran viaje lírico y encantado, a lo largo del cual se dirigió a la figura inasequible del padre inmigrado. Dicho trabajo ha sido galardonado con el Premio Kodak de la Crítica Fotográfica en 2005, expuesto en los VI Encuentros Africanos de Fotografía de Bamako, en 2005, y elegido por Raymond Depardon para los Encuentros Fotográficos de Arles, en 2006. El libro-caja «El Maghreb» ha recibido una mención especial del Premio Nadar del Libro en 2006.
Vive y trabaja en Orleáns, donde lleva a cabo proyectos pedagógicos en barrios conflictivos y en escuelas.

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«El 21 de abril de 2002, falleció mi abuela Hâjja Aïcha, a causa de una enfermedad que le impedía desplazarse desde hacia cuatro años. «Malik», me decía a menudo, «aji bouss mou-jedda» («dale un beso a tu abuela Aïcha»).
Mi padre no acudió al entierro de su madre por problemas de dinero. Regresar a su país le daba miedo. Se encontraba en la dolorosa situación de encontrar un cuerpo sin vida por herencia.
En contrapunto al silencio de mi padre, volví a Marruecos en 2004 con la idea de conversar con los marroquíes sobre su visión de Occidente y de descubrir una cultura de la que ignoraba sus códigos y significados. Por otra parte, como pretexto para mi encuesta familiar, llevaba conmigo una fotografía de mi abuelo en la que posaba vestido de militar. El periodo del Ramadán me parecía un momento atemporal y físico. Me planteaba preguntas sobre el rechazo de un hombre a regresar a su país, así que necesitaba una especie de ritual para ello. Sólo el ayuno podía circuncidar mi cuerpo de françaoui.
Hocine se sentó delante de mí. Debía de tener unos treinta años largos. Su barba bien cortada dejaba entrever unas mejillas huecas por el viento. Tenía la piel quemada por el sol, un cuerpo delgado, los ojos de alguien que ya no tiene sueño ni hambre. Empezó a hablarme. Durante tres días y tres noches, seguí los pasos de un hombre que se buscaba a sí mismo. Cuando uno ya no tiene identidad, camina para desaparecer. Me aferré a su voz, que relataba su condición de clandestino. Siempre repetía la misma palabra: la suerte. Por todas partes –en los cafés, en las tiendas, en los hoteles...–, te puedes encontrar con la mirada de un hombre sentado, perdido en sus pensamientos. Es la mirada de la depresión. La nación entera del Islam está inmersa en esta depresión, la ghorbâ, que aísla a una juventud cuyos sueños están rotos.
En Rabat, les pedí a mis tías que me hablaran de los últimos días de Aïcha, de su duelo y de su infancia con mi padre. Les grababa y les decía que le dijeran a mi padre que volviera. «Lo que no sabes», me dijo Fatima, «es que tu abuela vendió sus joyas para que tu padre pudiera marcharse». Fouzia me llevó a la tumba de mi abuela. Limpió la piedra como si lavara un cuerpo en el hammam. Lloró.
Una vez en Francia, enseñé las fotografías a mi padre. Me dijo simplemente: «He entendido». Lo tomé como un gesto de amor. Estas imágenes le devolverían a su país».

Malik Nejmi

Calendario

Sala de Armas
de la Ciudadela
(Primera planta)

Lunes a sábado: 18,30 a 21 h
Domingos y festivos: 12 a 14 h

Entrada libre